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JUAN YÁÑEZ, vuestro humilde servidor, les da la bienvenida...

sábado, 2 de julio de 2011

Sobre el discurso de Chávez y algo más...

ESCRIBE Alejandro Tarre

Mensaje del presidente Chávez anunciando su enfermedad
Post: 30 Jun 2011 09:21 PM PDT
Viernes, 1 de julio de 2011
Del discurso de ayer de Chávez, estos dos párrafos llaman la atención:En este instante recuerdo el 4 de febrero de aquel estruendoso año 1992. Aquel día no tuve más remedio que hablarle a Venezuela desde mi ocaso, desde un camino que yo sentía me arrastraba hacia un abismo insondable. Como desde una oscura caverna de mi alma brotó el “por ahora” y luego me hundí.
También llegan a mi memoria ahora mismo aquellas aciagas horas del 11 de abril de 2002. Entonces también le envié a mi amado pueblo venezolano aquel mensaje, escrito desde la Base Naval de Turiamo, donde estaba prisionero, Presidente derrocado y prisionero. Fue como un canto de dolor, lanzado desde el fondo de otro abismo, que sentía me tragaba en su garganta y me hundía y me hundía.
Son dos párrafos poderosos. En primer lugar por el tono de confesión. En esta nueva versión del 4 de febrero el “por ahora” no suena como un grito triunfal, anuncio de victorias futuras y muestra de una voluntad aguerrida dispuesta a capear cualquier tempestad. Más bien como un grito de ahogado, un murmullo que casi no tuvo fuerzas de pronunciar porque la oscuridad ya se lo estaba tragando.
En segundo lugar porque es una admisión de su actual estado anímico y de que la amenaza del cáncer sigue latente. Este “sentirse en un abismo” podría explicar la comprensible vaguedad de sus explicaciones y la timidez con que proclama el triunfo de las intervenciones. Para cualquier persona, es difícil discurrir sobre las circunstancias que amenazan su vida.
Una última observación. Impacta ver a Chávez, una vez más, vulnerable y empequeñecido. No puedo sino recordar a Pompeyo Márquez, hace como dos años, alertando a los chavistas, desde la poltrona de sus noventa años, que “nadie es eterno…yo he vivido ya demasiado…ustedes actúan como si todo esto fuera a durar para siempre, pero un día todo esto se va a esfumar. Y, créanme, ese momento llega más rápido de lo que uno piensa.”
Posted: 30 Jun 2011 08:03 PM PDT
Viernes, 1 de julio de 2011
Calixto Ortega
¿Hasta dónde las circunstancias pueden corromper a un hombre? ¿Hay chavistas cuya predisposición hacia la maldad es tan débil que en otros país, con una cultura democrática más sólida e instituciones más fuertes, hubiesen sido ciudadanos relativamente decentes? ¿Es difícil, por ejemplo, imaginarse a Calixto Ortega cayendo tan bajo como ha caído si en vez de Venezuela le hubiese tocado legislar en el parlamento inglés, donde las instituciones seguramente hubiesen embridado sus peores instintos -instintos, por lo demás, que no son peores que los de cualquier ciudadano promedio?
Esto es una de las tragedias de Venezuela y de los muchos otros países que han sufrido o sufren régimenes autoritarios. Gente relativamente decente que las circunstancias vuelven indecentes y muchas veces hasta corruptos y delincuentes.
Y no habló de los Tarek El Aissami o los Freddy Bernal o los José Vicente Rángel. Hablo de gente como Calixto Ortega. Gente menos mala que moralmente débil e insegura; menos oportunista y arribista que dependiente y sumisa.
En otro país, bajo otras circunstancias, Calixto ha podido llevar un vida relativamente digna y honesta. Pero en el mundo en el que se desenvuelve, que tiene sus propios códigos y normas, sus propios perversos incentivos, sus propios castigos y retorcidos mecanismos de ascenso, Calixto se ha desplazado, ha sido desplazado, al extremo opuesto de la decencia.
EL BLOG OPINA
                              El tiempo es implacable, saca a la luz en el momento preciso todo aquello que que se intentó ocultar y de igual modo quita los atuendos con los que se quizo disfrazar a la verdad. También marca inexorable los periodos y pone fin a todo.  Asimismo nos muestra la temporalidad de la existencia y hace evidente ese trillado refrán que dice: No hay mal que dure cien años.., etc., etc. etc.
Salvador Dalí  "El paso del tiempo"
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