Las imágenes
del famélico animal son un retrato del abandono en los zoológicos del país
caribeño
MAOLIS
CASTRO – EL PAÍS ESPAÑA
Caracas 3
ABR 2017 - 16:58 CEST
Un elefante
africano del zoológico de Caricuao (oeste de Caracas) es el icono reciente de
una Venezuela en crisis. El calvario de Ruperta, la paquidermo de 45 años, se
ha conocido gracias a una serie de fotografías publicadas en redes sociales:
huesuda al extremo, decaída y solitaria. Así, en varias imágenes, también se ha
ejemplificado la tribulación de los animales en un país petrolero en pleno
declive económico.
El drama de
este elefante ha levantado una legión en su apoyo. Hasta Paris Jackson, la hija
del cantante de pop Michael Jackson, se ha solidarizado con Ruperta. “Esto es
inhumano y exasperante. Difundan (la información) para ayudar a estas hermosas
criaturas que merecen una vida mejor”, escribió en su cuenta de Twitter.
El deterioro
del animal ha avanzado al ritmo de la crisis venezolana. Hasta hace seis años
se veía a Ruperta en vídeos —colgados por aficionados en YouTube— animada, con
unos kilogramos más y devorando hierbas. Su caso ha movido a la Fiscalía de
Venezuela. El martes, el Ministerio Público ha delegado la investigación a una
fiscal y a dos biólogos para constatar las condiciones de salud del animal.
En julio,
Marlene Sifontes, una sindicalista de Inparques, había denunciado la muerte de
50 animales por la escasez de alimentos en los parques de Caracas
Dos días
antes de esta medida, muchos caraqueños habían recaudado alimentos para el
elefante, pero la ofrenda fue rechazada por las autoridades del zoológico de
Caricuao. El Instituto Nacional de Parques (Inparques) –una dependencia del
Gobierno de Venezuela y encargada de la gerencia de los zoológicos– prohíbe
este tipo de donativos para “salvaguardar” a los animales. “Es una norma. No se
puede recibir comida sin saber su procedencia, pues pueden estar descompuestas
o contaminadas y eso ocasionaría daños”, dijo un empleado de ese organismo a EL
PAÍS.
La misma
fuente ha admitido que los recursos son paupérrimos para mantener a unos
animales que ya han caído en mengua. La dieta de Ruperta se ha limitado a
calabazas y lechosa, por ejemplo. Para los expertos este no es un menú adecuado
para un elefante que debe consumir un promedio de 70 kilogramos de heno,
hierbas o frutas al día. Según un comunicado de Inparques, el paquidermo está
“estable” y es atendido por especialistas.
Las fotos de
la desnutrida Ruperta solo forman parte de la galería del hambre en los
zoológicos del país caribeño. En julio, Marlene Sifontes, una sindicalista de
Inparques, había denunciado la muerte de 50 animales por la escasez de
alimentos en los parques de Caracas. Estas acusaciones han sido desoídas por el
Gobierno de Venezuela.
El
Ministerio Público abrió una investigación —delegando en la misma fiscal del
caso de Ruperta, Dalila Puglia— sobre estas muertes hace un año, pero todavía
no se ha divulgado un informe sobre este asunto. La condena de muchos casos ha
sido el olvido judicial. Para Sifontes el deterioro en los zoológicos se ha
intensificado producto del bajo presupuesto otorgado por el Estado venezolano y
de la crisis económica. “Hemos denunciado en varias ocasiones y llevado casos a
la fiscalía, pero aún no han hecho nada”, dijo.
Venezuela
afronta una de las peores crisis de América Latina, producto de la caída de los
precios del petróleo y del desfalco económico generado por la corrupción y las
desacertadas políticas gubernamentales. Su declive financiero se ha traducido
en escasez de alimentos, medicinas y en la inflación más alta del mundo. De ahí
que los animales también sean arropados por la debacle.