La presidenta está
disgustada con quienes ejercen la
profesión con sentido crítico... Y ha empezado a actuar
profesión con sentido crítico... Y ha empezado a actuar
Día 21/02/2012
REUTERS
En el discurso de
investidura del pasado 10 de diciembre, tras su reelección con más del 54 por
ciento de los votos, la presidenta Cristina Fernández reconoció que para ella
era «un ejercicio militante leer los diarios». La viuda de Néstor Kirchner no
está contenta con lo que se publica de su gestión. La jefa del Estado, en
rigor, lo que está es muy disgustada con los periódicos, semanarios, emisoras
de radio, canales de televisión y aquellos periodistas que ejercen la profesión
con un sentido crítico.
En esta
legislatura, si nos fiamos de sus primeras medidas, parece estar determinada a
poner fin a su sufrimiento. El primer día hábil después de jurar el cargo mandó
un proyecto, que ya es ley, para declarar de interés público la fabricación,
comercialización y distribución de papel de periódico que hoy está en manos del
Estado (accionista minoritario), el grupo «Clarín» y «La Nación»
(mayoritarios), por medio de una empresa mixta llamada Papel Prensa.
Poco después, a
mediados de enero, comenzaron a anunciarse los cupos a la importación de papel.
A juicio de Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina), esos «cupos
configuran una amenaza a la libertad de expresión y pueden ser usados como
herramienta de presión editorial o censura indirecta».
Policías en
Cablevisión
En este joven 2012
se produjo también un hecho asombroso: medio centenar de gendarmes irrumpieron
en las oficinas de Cablevisión (distribuidor de canales por cable de «Clarín»)
como consecuencia de una denuncia presentada por el grupo oficialista
Vila-Manzano. La secuencia de hechos forma parte de la serie de embestidas a
los medios de comunicación por parte del kirchnerismo, que arrancó durante el
primer mandato de Cristina Fernández en 2007.
Los antecedentes
son una ley de difusión recurrida en la Justicia, un desembarco espectacular de
inspectores de Hacienda en las sedes de ese diario y de otros no «K», y sucesivos
bloqueos a la distribución de la prensa no adicta por grupos afines al
Gobierno. También la suspensión de una licencia de Fibertel, señal de internet
de «Clarín». «Lo que el Gobierno quiere es que “Clarín” y “La Nación”
desaparezcan. A partir de ahí van a comenzar un apriete mayor a los que queden
y después no va a poder volar una mosca», dijo la diputada y exministra de
Fernando de la Rúa Patricia Bullrich.
Jorge Lanata,
fundador del periódico «Página 12» —periódico históricamente crítico con el
poder y hoy uno de los grandes defensores del Gobierno de Cristina Kirchner—,
observa: «Ven la prensa como elemento de distorsión social. Hay bastantes
similitudes con lo que sucede en Venezuela».
En entrevista con
la periodista argentina Natasha Niebieskikwiat, Lanata, apedreado durante una
mesa redonda por seguidores del Gobierno, añadía: «Pero en Venezuela las
grietas son más grandes que en Argentina».
El falso cáncer de
la presidenta y sus veinte días de reposo no han restado ímpetu al Gobierno en
su «gesta» contra los medios de comunicación. La batalla continúa y salta
a la vista en la calle, en los despachos oficiales y en los sitios más
inesperados. El vicepresidente, Amado Boudou, conocido por su afición al rock y
las motos y por estar en la lupa de un caso de corrupción, se enfundó una
camiseta en este caluroso verano austral con la leyenda «Clarín miente» y,
guitarra en mano, se puso a cantar. En la sede de la Secretaría de Comercio
Interior y Exterior, carteles de similar tono adornan las paredes o se esparcen
por las mesas. Empresarios nacionales y extranjeros, así como embajadores que,
de cuando en cuando, tienen unas palabras con Guillermo Moreno, el hombre
fuerte del Gobierno, están acostumbrados a la escena.
De chófer de Néstor
a periodista
El Gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner, en cierto modo, reproduce el patrón aplicado en
la provincia de Santa Cruz, donde el difunto Néstor Kirchner fue gobernador
durante más de una década. El proceso consistió para los Kirchner en hacerse
paulatinamente con el control de los medios de comunicación y, simultáneamente,
fundar sus propias plataformas de propaganda.
En torno al 80 por
ciento de los medios están alineados con el Gobierno. De diecisiete periódicos
nacionales, diez están más cerca de la Casa Rosada que de la calle. En cuanto a
la televisión por cable, la más potente es Cablevisión, en poder del grupo
Clarín, que está en el punto de mira del Gobierno. Pero en la televisión
abierta la mayoría de los canales son oficialistas.
En este escenario
sobresale un personaje pintoresco: Rudy Ulloa, el exchófer de los Kirchner, que
pasó de conductor a amigo de Máximo Kirchner y a empresario con una docena de
medios de comunicación propios. Todos, como es natural, al servicio de la
presidenta.
EL BLOG OPINA
Más de lo mismo, pero hasta cuando... La semilla que Chávez sembró en muchos de sus incondicionales aliados dio sus venenosos frutos. Los pueblos de estos países a los que se les ha escamoteado sus grandes recursos defienden a estas lacras con votos. ¿Así,como saldremos de esto? La mayoría de sus ciudadanos no tienen la menor conciencia de la realidad. Es la pobreza del alma, la pobreza más extendida que se anida en la ignorancia y la abulia. Poco se debe esperar de pueblos así, que se conforman con migajas, en contraposición a la voracidad de sus líderes de cartón pintado, sinvergüenzas de oficio, cultores de la mentira y la depravación...